La invasión de las cotorras argentinas

Durante mi infancia, en mi casa siempre hubo algún animal. No teníamos perro o gato pero si un inteligentísimo gorrión que nos alegraba con sus habilidades.
Desayunaba malta con leche y sopas de pan. Comía en la mesa con el resto de la familia, porque él era un miembro más de la familia. Disponía de una amplía jaula con la puerta siempre abierta. El acceso a la galería que tenía nuestra vivienda nunca se cerraba, solo lo separaba de la libertad una cortina de junco que en cualquier momento podía empujar. Se llamaba Cholín.
Y pensaras… ¿qué tiene que ver Cholín con la plaga de cotorras argentinas?
Soy culpable de la plaga de cotorras argentinas
Una vez fallecido, el gorrión fue reemplazado por una cotorra argentina que nos hizo disfrutar de igual manera. La llamamos Lola. Como el gorrión anterior gozaba de total libertad por casa. Volaba de la cocina al comedor. Ambos espacios con grandes ventanales.
Un verano, durante las vacaciones estuvimos en casa de unos familiares que contaban bastantes años. Al ser de profesión agricultor, mi tío se levantaba antes del amanecer. El pájaro sabía hablar y entre otras muchas palabras que decía, por la mañana repetía constantemente «buenos días».
El primer día saludó mientras mi tío desayunaba, repitiendo varias veces el saludo, a lo cual mi tío respondía una y otra vez. Cuál sería su sorpresa cuando pensando encontrar a alguien y advirtió que quién le hablaba era la cotorra.
¡Nos contaba después que pensaba que el pájaro estaba embrujado!
El asunto es que tanto tentar a la suerte, un día la cotorra se escapó y nunca regresó.
¿Será alguna de las bandadas de cotorras de hoy descendientes lejanos de Lola?
Causa y efectos de las plagas de cotorras
Las cotorras argentinas junto con la cotorra de Kramer (otra variedad invasora), se encuentran en el catálogo español de especies exóticas invasoras, así pues está prohibida su tenencia y comercialización.
En este catálogo están incluidas «aquellas especies y subespecies exóticas invasoras que constituyan, o puedan llegar a constituir, una amenaza grave para las especies autóctonas, los hábitats o los ecosistemas, la agronomía, o para los recursos económicos asociados al uso del patrimonio natural».
La causa principal de esta plaga es la introducción accidental (escapes, como el caso de Lola) o la introducción intencional, cuando las cotorras son liberadas (abandonadas) por sus dueños.
La cotorra argentina (Myiopsitta monachus) forma colonias de unos 100 individuos, que duplican su población cada 5 años, proliferando nuevas colonias. Desplaza a las aves autóctonas: mirlos, urracas y gorriones por desplazamiento y depredación de nidos. Provoca además daños en cultivos, degrada los árboles ornamentales y el mobiliario urbano. Como en el caso de las palomas, puede propagar patógenos.
Proliferan las cotorras y se extingue el gorrión
Las necesidades del gorrión, que ha acompañado al hombre desde siempre, quedaban sobradamente cubiertas en nuestros pueblos y ciudades. Se alimentaban de residuos urbanos, y anidaba en nuestros casas y jardines.
El constante mantenimiento practicado en las capitales en cuanto a limpieza y seguridad: retirada de residuos urbanos, poda de árboles…, o los nuevos sistemas de construcción de las viviendas, ha propiciado que los gorriones se queden sin desperdicios que comer, ni ramas secas o tejados donde anidar.
Acompañando a estos factores la fuerte competencia de las especies invasoras, a la par que aumenta la población de cotorras y palomas, disminuye la de los gorriones.
Para finalizar hago una reflexión: ¡ya se podía haber escapado Cholín!
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